EL AÑO DE LA MISERICORDIA NOS CONVOCA COMO FRATERNIDADES DE LA REGIÓN CENTRO A SER VERDADEROS TESTIMONIOS DESDE LA PALABRA DE DIOS VIVIDA Y ANUNCIADA CON NUESTRA PROPIA VIDA DESDE NUESTRA VOCACIÓN SEGLAR
Si meditamos haciendo LECTURA ORANTE DE LA PALABRA DE DIOS el capítulo 15 evangelio de Lucas, que es considerado como el corazón del evangelio. Este evangelista nos cuenta las tres parábolas, que abren de par en par el corazón de Dios que nos AMA TOTALMENTE y quiere dejar nuestro corazón inquieto:
Nro 1: Dijo Jesús: ¿Quién de vosotros, si tiene cien ovejas y se le pierde una, no deja las noventa y nueve y va en busca de la perdida? Cuando la encuentra se la carga sobre sus hombros lleno de alegría y al llegar a casa, reúne a los vecinos y a los amigos y les dice: Alegraos conmigo, porque he encontrado la oveja que se me había perdido. También, en el cielo, habrá más alegría por un pecador que se convierte, que por noventa y nueve justos, que no necesitan convertirse.
Nro 2: También les dijo Jesús: ¿Qué mujer, si tiene diez monedas y se le pierde una, no enciende una lámpara, barre la casa y la busca con todo cuidado, hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, reúne a sus vecinas y a sus amigas y les dice: “alegraos conmigo porque he encontrado la moneda que se me había perdido” También el cielo se llenará de alegría por un pecador que se convierte.
Nro 3: Y les dijo también: Un padre tenía dos hijos. El pequeño le dice: Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde. El padre, guardó silencio y a los pocos días repartió la herencia entre los dos hijos. El pequeño recogió todo lo suyo y se fue de casa. Vivió de mala manera y en poco tiempo gastó todo lo que tenia. Encontró a un señor que tenia cerdos y lo ocupó en cuidarlos. Allí estaba él pensativo y triste. Pasaba un hambre atroz. Pidió que le dejasen comer las algarrobas que dejaban los cerdos y no se lo permitieron. Entonces pensó: ¡cuantos jornaleros en casa de mi padre tienen pan abundante y yo aquí me muero de hambre¡ Vale ya. Me levantaré y volveré a mi casa y a mi padre. Y así lo hizo. El padre que salía todos los días a lo alto de la montaña a ver si volvía, lo vio ya de lejos. Se echó a correr, cuando llegó a él lo abrazó y lo lleno de besos. El hijo quería hablar y el padre no le dejaba de tanto abrazarlo y besarlo. Al llegar a casa, el padre llamó a los criados y les dijo: Traed enseguida el mejor traje y vestidlo, ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies. Coged el mejor ternero, matadlo que vamos a celebrar un banquete, porque este hijo mío había muerto y ha resucitado, se había perdido y lo hemos encontrado. Comenzaron a celebrar la fiesta. Llegó el hermano mayor, preguntó que pasaba, le explicaron y se enfadó. No quería entrar a la fiesta. El padre salió y le dijo: Hijo: tú estas siempre conmigo y todo lo mío es tuyo. Deberías alegrarte porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, se había perdido y lo hemos encontrado.
LA MISERICORDIA ... SEA CAMINO DE PAZ Y BIEN EN NUESTRA VIDA FRATERNA
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