UNIDOS COMO REGIÓN REVIVAMOS Y CONTEMPLEMOS LA IMPRESION DE LAS LLAGAS DE SAN FRANCISCO

Por las llagas se convirtió Francisco en imagen del Crucificado: San Buenaventura, “Leyenda menor” 6,1-4
Francisco, fiel siervo y ministro de Cristo, dos años antes de entregar su espíritu a Dios, habiendo iniciado en un lugar elevado y solitario, llamado monte Alverna, la cuaresma de ayuno en honor del arcángel san Miguel -inundado más abundantemente que de ordinario por la dulzura de la suprema contemplación y abrasado en una llama más ardiente de deseos celestiales-, comenzó a experimentar un mayor cúmulo de dones y gracias divinas.
Elevándose, pues, a Dios a impulsos del ardor seráfico de sus deseos y transformado, por el afecto de su tierna compasión, en aquel que, en aras de su extremada caridad, aceptó ser crucificado, una mañana próxima a la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, mientras oraba en uno de los flancos del monte, vio bajar de lo más alto del cielo así como la figura de un serafín, que tenía seis alas tan ígneas como resplandecientes.
En vuelo rapidísimo avanzó hacia el lugar donde se hallaba el varón de Dios, deteniéndose en el aire. Y apareció no sólo alado, sino también crucificado: tenía las manos y los pies extendidos y clavados a la cruz, y las alas dispuestas, de una parte a otra, en forma tan maravillosa, que dos de ellas se alzaban sobre su cabeza, las otras dos estaban extendidas para volar, y las dos restantes rodeaban y cubrían todo el cuerpo…
Tomado de Franciscanos.org


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